La Madre
La madre es una luz que ilumina nuestros corazones en los momentos oscuros. Ella representa la seguridad y la tranquilidad en medio del caos que nos rodea. Su amor actúa como un remedio ante nuestras penas; es una corona que adorna nuestras cabezas. La madre es nuestro bendito destino, el sol que nos brinda su calor inagotable. Su latido mantiene vivas nuestras almas. Por ello, ruego por la salud de mi madre, para que se aleje de la tristeza y el cansancio que habitan su corazón. Ella es única y está presente en todo; es la vida misma. A lo largo de los tiempos, se han escrito innumerables poemas en honor a la madre, y en este artículo exploraremos algunos de los más destacados.
Versos sobre la Madre
Un hombre sedujo un día a un joven inocente
con su dinero para que alcanzara lo que desea.
Dijo: “Tráeme el corazón de tu madre, oh muchacho,
y te daré riquezas y joyas preciosas”.
Entonces, se marchó y empujó un puñal en su pecho,
extrajo el corazón y regresó tras sus pasos.
Sin embargo, por su excesiva prisa, cayó,
y el corazón se desplomó en el suelo.
El corazón de la madre lo llamó mientras yacía,
“Hijo mío, querido, ¿te ha hecho daño?”.
Aquella voz, a pesar de su ternura,
despertó la ira del cielo sobre el infante.
Fue testigo de la atrocidad que nadie antes había cometido,
en toda la historia de la humanidad.
Y se dirigió nuevamente hacia el corazón,
lavándolo con las lágrimas que brotaron de sus ojos.
Y dijo: “Oh corazón, venganza de mí, no perdones,
porque mi crimen es imperdonable”.
Y desenvainó su puñal para acuchillar su pecho,
un acto que quedará como lección para los que lo consideren.
El corazón de la madre lo llamó: “Detente”,
“no deshagas mi corazón dos veces”.
Hermosos Poemas sobre la Madre
Si escribiera versos como lluvia,
nunca podría expresar lo que su corazón susurra,
su corazón es una flor de los jardines del paraíso,
que floreció en mi nacimiento como en mis días.
No veo, en toda la tierra, otro amor como el tuyo,
¿cómo podría desear algo más allá de ti, mi amada?
¿Cómo recompensar a quien ofrece pan a mis labios,
cuando en mi hambre de ternura, ella es mi alimento?
¿Cómo avergonzar a quien concede la fragancia de su sangre,
cuando en mi sed de oración, ella reza por mí?
Poesía Clásica sobre la Madre
Oh madre mía…
Te he visto desde el alba del universo,
el sol de una civilización que emergió,
irradiando calor,
llenando el frío del mundo que se queja.
Despiertas su letargo, la oscuridad,
transformando la noche en luz,
y a tiranos en luces brillantes,
y a un pueblo sumiso y despierto.
Ves en el universo su valioso tesoro;
así vive el que acaricia las montañas,
tallando su roca con sutilezas del arte,
creando maravillas que aún son desconocidas,
brillando como las vírgenes flores
que emergen de sus capullos de luz.
Deslumbras a los ojos de quienes te ven,
mientras permaneces oculta;
guardas en tus entrañas
historias y secretos;
como si las rocas silenciosas
hubieran escuchado el lenguaje del amor
de manos que las danzan.
Las conviertes en una masa de pan y dulces,
dándoles forma para el futuro,
de tal manera que quienes visiten
cada uno de tus rincones, sientan en su pecho
un latido de vida,
una conversación entre el amor y la vida.
Así es, aún permanecen como un milagro
en la era del conocimiento, un encanto,
que asombra a las mentes,
lo que provoca que griten con admiración,
al descubrir que las almas son fundadas
por la veneración de un corazón que ha amado.
Los Más Bellos Versos sobre la Madre
Madre mía, oh mi ángel, mi amor eterno,
tus manos siempre han sido mi soporte, siempre tu hijo.
Oh madre, oh madre,
qué tanto anhela el corazón triste de una oración,
cuántas veces las súplicas me brindaron seguridad.
Ahora estoy aquí, madre,
un hombre grande con un lugar en la vida.
Te he conocido a ti y a los grandes de este mundo;
pero ya no siento que sea un ser humano.
Extraño el pan de mi madre,
el café de mi madre,
el roce de mi madre,
y la niñez crece dentro de mí,
poco a poco, en cada día.
Y amo mi vida porque,
cuando muera, me sentiré avergonzado de las lágrimas de mi madre.
Oh llama que arde en mi pecho,
iluminaste mi camino en cada penuria;
los ojos de la madre resplandecen en cada aflicción…
en esos momentos de tristeza, llueve misericordia.
Así es, el camino de mi madre está repleto de virtudes,
a través de la bondad, la humanidad aprendió,
y cuando la lluvia bendita se derrama a nuestro alrededor,
vemos cómo el alma se eleva con gratitud.
Bendito sea el verso que se escribe para ella,
con amor, beso y abrazo.
¡Cuán hermoso es en esta pasión!
Un alma que se aferra a la mía,
alabado sea, si puedo eternizarla
en versos, ¡y qué bellas son las letras dedicadas a ella!