alergia alimentaria
La alergia alimentaria es una reacción anormal del sistema inmunológico del cuerpo ante ciertos tipos de alimentos. Los niños menores de tres años son la población más susceptible a desarrollar este tipo de alergias. Se estima que uno de cada 14 niños podría sufrir algún tipo de alergia alimentaria. Si un niño presenta alergia al huevo, a la leche, al trigo o a la soja durante su temprana infancia, es probable que estas alergias se resuelvan con el tiempo. Sin embargo, las alergias al maní y a los frutos secos son generalmente más persistentes y tienden a durar toda la vida. En el caso de que la alergia se manifieste en la etapa de la adolescencia, es poco probable que los síntomas desaparezcan. Cabe destacar que la incidencia de las alergias alimentarias ha aumentado significativamente en los últimos 20 años.
Síntomas de la alergia alimentaria
Los síntomas ocasionados por una alergia alimentaria pueden variar en severidad, desde leves hasta potencialmente mortales. A continuación se presentan algunos de ellos:
- Síntomas leves a moderados:
- Hinchazón en la cara, labios o ojos; en casos más severos, puede haber hinchazón en la garganta y la lengua.
- Vómitos y dolor abdominal.
- Aparición de urticaria o erupciones en la piel.
- Síntomas severos:
- Mareos persistentes.
- Dificultad para respirar.
- Tos constante y sibilancias al respirar.
- Dificultad para hablar y cambios en la voz.
- Síntomas poco comunes:
- Diarrhea crónica.
- Desarrollo de eczema.
- Cólicos en bebés.
- Reflujo intestinal.
Tipos comunes de alergias alimentarias
Las alergias alimentarias pueden originarse a partir de cualquier tipo de alimentos o bebidas. Se denomina alérgenos a los alimentos y otras sustancias que provocan reacciones alérgicas. Algunos ejemplos de alimentos comunes que desencadenan alergias son:
- Huevo: La alergia al huevo es más común durante la infancia, y afortunadamente, aproximadamente la mitad de los niños afectados superan esta alergia de forma natural al alcanzar los tres años.
- Leche: La alergia a la leche, ya sea de leche materna o de productos lácteos, es una de las alergias alimentarias más prevalentes en la infancia. Generalmente, los niños superan esta alergia con el tiempo, aunque alrededor del 20% puede seguir experimentando alergias en la adolescencia.
- Soja: Los síntomas de la alergia a la soja suelen parecerse a los de la alergia a la leche. Esta alergia tiende a desaparecer por lo general a los dos años, aunque en algunos casos puede persistir en la edad adulta.
- Trigo: La alergia al trigo es común, especialmente en bebés, y se relaciona con una proteína denominada gliadina que se encuentra en el gluten. Por lo tanto, se recomienda que quienes padecen esta alergia consuman alimentos libres de gluten, siempre bajo la supervisión de un médico especialista.
- Pescado: A menudo, la alergia al pescado se asocia con síntomas muy graves y es más común en adultos que en niños. Además, una persona alérgica a un tipo de pescado puede ser sensible a otros tipos también.
- Frutos secos: Nueces como nuez, avellana y almendra pueden causar alergias que generalmente perduran durante toda la vida.
- Maní: A menudo provoca alergias graves, y en ocasiones, incluso el contacto con rastros de maní puede provocar reacciones alérgicas en personas sensibilizadas.
- Frutas y verduras: Las alergias relacionadas con frutas y verduras suelen ser leves, ya que la cocción suele eliminar los alérgenos presentes en ellas.
- Carne: Si bien se supone que cocinar carnes elimina algunos alérgenos, hay personas que todavía presentan alergias a las mismas.
- Semillas de sésamo: La prevalencia de alergias al sésamo está aumentando debido al uso frecuente de sésamo y sus derivados, como tahini y aceite de sésamo.
- Alergias a especias: Generalmente las reacciones por alergias a especias son leves, aunque en ciertas ocasiones pueden presentarse síntomas severos.
Diagnóstico de la alergia alimentaria
Es fundamental que una persona con sospecha de alergia alimentaria consulte a un especialista para establecer un diagnóstico adecuado. Inicialmente, se recogerá la historia clínica del paciente y se le harán preguntas sobre los alimentos consumidos, la naturaleza de los síntomas y su duración, entre otros aspectos, con el objetivo de obtener una visión general del caso. Posteriormente, el médico determinará qué pruebas médicas son necesarias, que pueden incluir pruebas cutáneas, análisis de sangre o ambas, las cuales suelen indicar si existen anticuerpos inmunitarios específicos para ciertos alimentos en el organismo (Inmunoglobulina E específica para alimentos). Algunos de estos exámenes incluyen:
- Prueba de punción cutánea: Este examen suele tardar alrededor de 20 minutos en dar resultados. Consiste en pinchar la piel y aplicar una pequeña cantidad de alérgeno en la superficie, generalmente en la parte posterior o en el brazo. Se considera positivo si se produce una leve hinchazón en el lugar de aplicación. Es un procedimiento rápido y poco doloroso, aunque puede resultar incómodo para algunos.
- Análisis de sangre: Este análisis mide el nivel de anticuerpos inmunitarios (IGE) en la sangre y proporciona resultados numéricos. Usualmente, los resultados están disponibles en una semana después de la realización del examen.
- Prueba de provocación alimentaria oral: Esta prueba se realiza cuando el historial clínico y los resultados de las pruebas de sangre y cutáneas no son concluyentes. Se considera una de las pruebas de alergia más precisas; en ella, se administran pequeñas cantidades del alimento sospechoso de causar la alergia, aumentando gradualmente la dosis, y el médico observa de cerca al paciente durante varias horas para detectar cualquier reacción alérgica. Esta prueba debe llevarse a cabo bajo estricta supervisión médica en una clínica o en hospitales equipados para emergencias, para evitar cualquier complicación o reacción alérgica grave e impredecible.