Cuestiones Críticas Destacadas en la Literatura del Primer Periodo Abasí
El primer periodo abasí se distingue notablemente entre las eras islámicas en el ámbito de los estudios culturales y literarios. Uno de los temas que ha suscitado un considerable interés es la crítica literaria y poética. A continuación, se presentan las principales cuestiones que han atraído la atención de los críticos:
La Cuestión del Viejo y el Nuevo
Esta problemática emergió desde el siglo II de la hegira, cuando los narradores se dividieron en dos corrientes opuestas. Una de estas corrientes abogaba por la evolución y la ruptura con todas las tradiciones poéticas antiguas, buscando adaptarse a nuevos temas literarios como resultado de la amplia apertura del estado abasí hacia otras naciones. La otra corriente, en cambio, defendía firmemente las reglas de la poesía preislámica y trataba de erradicar la poesía contemporánea. Un ejemplo de esta actitud se manifiesta en la defensa del poeta Ibn al-Arabi hacia un verso de Abū Tammām:
وَعاذِلٍ عَذَلتُهُ في عَذلِهِ
فَظَنَّ أَنّي جاهِلٌ مِن جَهلِهِ
Ibn al-Arabi demandó que el verso fuera atribuido a la tribu de Huthayl, argumentando que nunca había escuchado algo mejor. Al enterarse de que era de Abū Tammām, exclamó: «El escritor ha cometido un error». Su afirmación se sustentaba en que «las obras de los poetas contemporáneos, como Abū Nuwās y otros, son como la albahaca: se marchitan y se desechan; mientras que la poesía de los antiguos, como el almizcle y el ámbar, se vuelve más fragante mientras más se manipula».
La Cuestión del Plagio
Según Ibn Faris, el término «robo» se refiere a tomar algo en secreto. Esta definición se extiende a la idea del plagio poético, donde un poeta se apropia de las palabras o el significado de otro poeta, o toma fragmentos de su obra y los presenta como propios. En la literatura árabe, el concepto de plagio abarca no solo la apropiación literal, sino también la inclusión, la imitación y la adaptación.
Durante el periodo abasí, las formas de plagio poético se diversificaron de manera más amplia que en épocas anteriores. Esto resultó en el surgimiento de enfoques críticos científicos para abordar y regular estos casos, un ejemplo notable es el verso de Bashar ibn Burd:
مَن راقَبَ الناسَ لَم يَظفَر بِحاجَتِهِ
وَفازَ بِالطَيِّباتِ الفاتِكُ اللَهِجُ
Su alumno, Sulaym al-Khasir, se apropió de esta idea y la reformuló:
مَن راقَبَ الناسَ ماتَ غَمًّا
وَفازَ بِاللّذَّةِ الجَسورُ
Los narradores relatan que cuando Bashar se percató de esta apropiación, afirmó: «Mi pensamiento, que mantuve despierto en las noches, es tomado por otro, quien lo adorna con palabras más ligeras que las mías, recita su poesía y deja de lado la mía; por la voluntad de Dios, ni comí ni me abstuve hoy». A pesar de la extensa documentación de los casos de plagio, varios críticos exageraron, como lo mencionó Al-Asma’i, al decir que el noventa por ciento de los versos de Al-Farazdaq eran robados.
La Cuestión de la Verdad y la Mentira
La primera persona en abordar esta cuestión fue Ibn Tabataba, quien enfatizó la necesidad de sinceridad en los símiles y en la poesía en general, despreciando el uso de la fantasía lírica. Esta opinión fue compartida por Abd al-Qahir al-Jurjani, aunque él permitió cierto nivel de imaginación en la poesía. Por otro lado, Qudamah ibn Ja’far apoyó la idea de que «el mejor verso es el más engañoso».
Los críticos se dividieron en tres grupos: uno que defendía la verdad, otro que abogaba por la falsedad, y un tercer grupo liderado por Al-Marzouqi, quien sostenía que la mejor poesía es la que expresa la intención más clara.
Referenciado en: Ihsan Abbas, Historia de la Crítica Literaria en los Árabes, páginas 35-36, con modificaciones.