Las más bellas poesías de Ibn Zaydun

Poema «Oh, Luna»

Oh, luna que

iluminas los ojos de los contemplativos.

El corazón lleva los estragos del

desvarío, y así lo carga.

No tengo una paciencia hermosa,

pero me esfuerzo por mostrar lo mejor.

No hay desesperanza, pues, ¿cuántas veces

he obtenido lo que no se esperaba?

Poema «Amaré a mis enemigos porque eres uno de ellos»

Amaré a mis enemigos porque tú eres uno de ellos,

oh, cuya mirada sana, pero también hiere.

Te has vuelto en mi desagrado, así que te otorgo mi conformidad

sin reservas, me haces sufrir, y no me quejo por ello.

Oh, quien ha unido su noche con su día,

la belleza brilla entre ambos, aunque parezca oscura.

Quizás, en la queja de la pasión, haya consuelo,

si tan solo pudiera quejarme ante quien siente compasión.

Poema «¿Qué daño haría si fueras compasivo conmigo?»

¿Qué daño habría si fueras compasivo conmigo;

tú, que conoces mi dolor?

Qué placer, oh, mi deseo y mi aspiración,

saber que eres parte de lo que me atormenta.

Te ríes en el amor, mientras yo lloro,

Dios es, entre nosotros, quien juzga.

Digo, cuando el sueño se aleja de mí,

con un sentimiento desgarrador, el corazón errante:

Oh, dormido, tu amor me ha despertado,

bríndame un poco de paz, tú que sueñas.

Poema «¿Cuándo te contaré lo que siento?»

¿Cuándo te contaré lo que siento,

oh, mi consuelo y mi pena?

¿Cuándo mi lengua será un sustituto,

en expresarlo, de mi escritura?

Dios sabe que por ti he quedado sin aliento,

pues no me sabe bien la comida;

ni tampoco me cae bien la bebida.

Oh, seductora de los deseos,

y argumento del corazón inocente.

El sol se ha ocultado,

de mis ojos, tras el velo.

¿Qué es la luna, que ha mostrado su luz

entre las suaves nubes,

excepto tu rostro, cuando

brilló bajo el manto oscuro?

Poema «Me conformaré con tu mirada fugaz»

Me conformaré con tu breve mirada,

y estaré satisfecho con tu entrega resumida.

No iré más allá de la aspiración,

y no atravieso el asalto de la vista.

Te protegeré de las dudas pasajeras,

y te salvaré de los pensamientos peligrosos.

Tendré cuidado de los ojos vigilantes,

pues el amor puede permanecer con precaución.

Poema «Queja y recriminación»

No hay un buen pronóstico,

que hiera al tiempo y a mí.

Quizás la esperanza se asome,

donde hay anhelos por doquier.

Puede que el descuido te salve,

mientras el cuidado te lleve a la ruina.

Los peligros son flechas;

y el destino, un fiel marcador.

Cuántas veces la calma ha sido una alivio;

y cuántas, una búsqueda estéril.

Así es el tiempo, cuando algunos florecen,

mientras otros caen en desgracia.

Los hijos de los días son engañosos:

riqueza y pobreza.

Vestimos el mundo, sin embargo,

la verdadera satisfacción es un disfraz.

Oh, padre Hafs, y otros como tú,

en conocimiento, diversos en respuesta.

Desde la luz de tu pensamiento, en

la oscura madera, extraigo significado.

Y mi cariño por ti es veraz,

sin contradicción ni medida.

Estoy confuso, y la situación

es clara pero también oscura.

¿Qué ves en un conjunto que se aleja

del pacto y se encuentra en lo vano?

Y observa cómo se acercan a mí

los indeseables presentes,

desgarrando mi carne,

y devorando mis pensamientos.

Todos preguntan por mi condición,

y el lobo acecha.

Si el tiempo es cruel, para el agua

también brota de la piedra.

Y si me encuentro, por la noche, cautivo,

es porque la lluvia se ha contenido.

La rosa se marchita,

y sufre el hambre.

¡Observa! ¿cómo el sueño se apodera de

los ojos del orgulloso?

¿Y el almizcle no se descompone en el polvo,

sino que se aplasta y es menospreciado?

No permitas que tu promesa sea una flor!

Mi promesa para ti es un duelo.

Y derrama en mi recuerdo una copa,

que no ha tocado tu mano.

Aprovecha la claridad de las noches;

la vida es efímera.

Y quizás el tiempo sea generoso,

pues el calor ha durado.

Poema «No hay tentación como la mía»

No hay tentación como la mía

ante la belleza de los encantadores.

Dios, en su sabiduría, me ha otorgado,

y así he elevado mi condición.

Mi corazón se siente vacío, no importa

cuánto mida el filo de la espada.

¿Has enviado en mi prueba las aves,

como un medio de evaluación?

He aquí, para que aumentes, en el

espíritu, el conocimiento de mi espacio.

Han llegado a nosotros las aves cantando,

algunos versos de las canciones.

Con acentos distintos, nos han acompañado,

marcando lo que hemos expresado.

Si el ruiseñor canta, ¿puede

ser menos que el canto de los mirlos?

Así, surgiendo de él versos

de amor inigualable,

para quien ama a su amada,

que se encuentra lejos de él.

Oh, lejano hogar, unido

a mi corazón y mi voz.

Quizás la vida te aleje del tiempo;

sin embargo, las esperanzas acercan.

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