La Copa
La copa de un árbol se sitúa en la parte superior del tronco y abarca todas las ramas y hojas que lo componen. Las hojas realizan la fotosíntesis, un proceso mediante el cual absorben la luz solar para interactuar con la clorofila y generar azúcares esenciales que nutren al árbol. Además, producen oxígeno como un subproducto. Las hojas pueden presentarse en diversas formas, desde aquellas anchas y planas hasta las más delgadas como agujas; sin embargo, todas comparten la capacidad de llevar a cabo la fotosíntesis.
Dado que los árboles son clasificados como plantas vasculares, las hojas se conectan con el resto de la planta a través de un sistema vascular continuo. Este sistema permite el intercambio de nutrientes, agua y los productos finales de la fotosíntesis, como oxígeno y carbohidratos, entre las diferentes partes de la planta.
El Tronco
El tronco del árbol está compuesto por varias capas, que se describen a continuación:
- La corteza externa: Actúa como una barrera protectora contra incendios y plagas, además de aislar el árbol de temperaturas extremas.
- La corteza: Esta es la capa celular que forma un sistema tubular que transporta los azúcares desde las hojas hacia el resto del árbol, convirtiéndose en parte de la corteza externa cuando muere.
- El cambium: Este es el área en crecimiento del tronco, responsable de la producción anual de nueva corteza y madera blanda. Su crecimiento es más lento en invierno, lo que resulta en la formación de anillos anuales que ayudan a determinar la edad del árbol, siendo los anillos más antiguos los que se encuentran en su interior.
- Madera blanda: Actúa como un conducto que transporta agua y nutrientes desde las raíces hasta las hojas. A medida que se forman nuevas capas, las más internas mueren y se convierten en la madera dura central del tronco.
- Madera dura central: Se trata de madera muerta ubicada en el centro del árbol, que proporciona estabilidad y resistencia.
Las Raíces
Las raíces cumplen una función crucial al absorber agua y nutrientes del suelo, además de anclar el árbol firmemente en la tierra. También almacenan azúcares. Todos los árboles presentan raíces laterales que se ramifican horizontalmente en raíces más pequeñas. Algunas especies presentan raíces conocidas como raíces pivotantes que pueden extenderse hasta 4.6 metros en profundidad. Cada una de estas raíces está recubierta por miles de pequeñas raíces que facilitan la absorción de agua y minerales del suelo. La mayoría de la estructura radicular se encuentra en la parte superior del suelo, a una profundidad de entre 30.5 y 45.7 centímetros, área que suele contar con la mayor concentración de oxígeno.
Las raíces pueden crecer hacia abajo, lateralmente o a lo largo del tronco del árbol. La dirección de su crecimiento se determina por un sistema adaptativo que traduce señales físicas en señales fisiológicas que regulan el desarrollo anatómico y morfológico de las raíces.