Peste
La peste ha sido una de las enfermedades más mortales a lo largo de la historia, conocida en el pasado como la «muerte negra». Se estima que causó la muerte de más de 50 millones de personas en Europa y, en la actualidad, sigue siendo clasificada como una enfermedad de alta peligrosidad. Algunas de sus variantes pueden ser fatales, con tasas de mortalidad que oscilan entre el 30% y el 100% en casos de peste séptica y peste pulmonar si no se recibe tratamiento. Según informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre 2010 y 2015 se registraron 3,248 casos a nivel mundial, de los cuales 584 resultaron fatales. Esta enfermedad contagiosa es provocada por una bacteria llamada Yersinia pestis, que reside en animales, especialmente en pequeños mamíferos y en las pulgas que los infestan. La bacteria puede transmitirse entre los animales por diversas vías y también puede infectar a los seres humanos. En África, países como la República Democrática del Congo, Madagascar y Perú son los más afectados, ocupando los primeros lugares en la incidencia de la peste a nivel mundial.
Síntomas de la peste
Síntomas de la peste bubónica
La peste bubónica es la forma más común de esta enfermedad. Se contrae principalmente a través de la picadura de pulgas infectadas. En casos muy raros, la bacteria puede transmitirse por contacto directo con una persona infectada. La bacteria se multiplica en el sistema linfático, lo que provoca la inflamación de los ganglios linfáticos. Si no se trata, puede diseminarse al torrente sanguíneo y a los pulmones. Por lo general, los síntomas de la peste bubónica aparecen entre dos y seis días tras la infección e incluyen:
- Fiebre y escalofríos.
- Dolor de cabeza.
- Dolores musculares.
- Debilidad generalizada.
- Convulsiones.
- Inflamación y dolor en los ganglios linfáticos, especialmente en la ingle, las axilas y el cuello, e incluso en el sitio de la picadura. Estos ganglios inflamados se conocen como «bubones», término del que deriva el nombre de este tipo de peste.
Síntomas de la peste septicémica
La peste septicémica ocurre cuando la bacteria penetra directamente en el torrente sanguíneo y se multiplica allí. Los síntomas suelen aparecer entre dos y siete días después de la exposición a la bacteria, aunque muchos pacientes pueden fallecer antes de que se manifiesten los síntomas. Entre los síntomas se incluyen:
- Dolor abdominal.
- Diarrea.
- Náuseas y vómitos.
- Fiebre y escalofríos.
- Fatiga extrema.
- Sangrado.
- Estado de shock, que es una condición médica potencialmente mortal.
- Descoloramiento de la piel, conocido como gangrena.
Síntomas de la peste pulmonar
La peste pulmonar es la más letal de las tres formas de la enfermedad, provocada por la llegada de la bacteria a los pulmones y su multiplicación en ese órgano. Este tipo es altamente contagioso, ya que se transmite a través de las gotas respiratorias durante la tos. Los síntomas pueden presentarse un día después de la exposición a la bacteria e incluyen:
- Dificultad para respirar.
- Dolor en el pecho.
- Tos.
- Fiebre.
- Dolor de cabeza.
- Debilidad generalizada.
- Producción de esputo sanguinolento y pus proveniente de los pulmones.
Modos de transmisión de la peste y medidas preventivas
A pesar de que actualmente no existe una vacuna efectiva para prevenir la peste, los científicos están trabajando en desarrollar una que podría ayudar en el futuro. Se ha demostrado que los antibióticos pueden prevenir infecciones en personas expuestas y son un tratamiento efectivo para quienes ya están infectados. La peste se puede diseminar de diversas maneras, por lo que adoptar ciertas precauciones puede ayudar a prevenir la infección, especialmente en personas que viven en áreas donde la enfermedad es endémica o que visitan dichas zonas. A continuación, se describen las rutas de transmisión y las medidas preventivas contra la peste:
- Picaduras de pulgas: La bacteria de la peste se transmite comúnmente a través de las picaduras de pulgas infectadas. Estas pulgas suelen infestarse al alimentarse de roedores que han muerto por la enfermedad. Por lo tanto, las personas que habitan o visitan áreas donde han muerto roedores están en mayor riesgo de ser picadas. Además, es importante señalar que los perros y gatos pueden llevar pulgas infectadas a casa, facilitando la propagación de la peste bubónica y septicémica. Para evitar las picaduras de pulgas, se recomienda el uso de repelentes de insectos, especialmente al estar al aire libre, y una supervisión cuidadosa de los niños y mascotas en áreas con alta población de roedores. También se debe asegurar que los animales domésticos estén libres de pulgas y consultar a un veterinario sobre este tema. Para prevenir la infestación por roedores, se deben eliminar elementos que puedan servir de refugio, como montones de hierba, piedras o leña, y evitar dejar comida de mascotas en lugares accesibles para los roedores.
- Contacto con fluidos y tejidos de animales infectados: La peste puede transmitirse a través del manejo de tejidos y fluidos corporales de animales infectados, como al cazar conejos u otras especies potencialmente contaminadas. Se recomienda usar guantes al manipular animales que puedan estar infectados para evitar el contacto directo con la bacteria.
- Inhalación de aerosoles infectados: La peste pulmonar se puede transmitir a través de aerosoles que contienen la bacteria, dispersándose en el aire cuando una persona infectada tose. Inhalar estas gotas por alguien más puede resultar en una infección. Es importante destacar que la única forma en que la peste puede transmitirse entre personas es a través de la inhalación de aerosoles contaminados. Además, los gatos pueden alimentarse de roedores infectados, lo que aumenta el riesgo de contagio a sus dueños y veterinarios.