Síntomas de la deficiencia de vitamina D en niños

Vitamina D

El cuerpo humano tiene la capacidad de producir vitamina D cuando la piel se expone a la luz solar, lo que le ha valido el nombre de «vitamina del sol». Además, es posible obtenerla a través de ciertos alimentos y suplementos. Algunos estudios sugieren que para alcanzar niveles adecuados de esta vitamina, se requiere una exposición solar de entre tres a cinco minutos, de dos a tres veces por semana. Es fundamental asegurarse de consumir suficiente vitamina D, dado su papel esencial en la salud ósea y dental, el fortalecimiento del sistema inmunológico, así como en el corazón, los vasos sanguíneos, el sistema nervioso y la regulación de los niveles de insulina. También contribuye a la función pulmonar y puede disminuir el riesgo de cáncer, entre otros múltiples beneficios para la salud.

Síntomas de deficiencia de vitamina D en niños

La falta de vitamina D puede ser resultado de no consumir suficientes fuentes alimenticias de este nutriente o de no recibir la exposición solar necesaria. Los expertos advierten que no se debe exponer a los niños pequeños a la radiación ultravioleta, debido a que su piel es muy delicada y sensible. Investigaciones recientes indican que un número significativo de bebés, niños y adultos padece de deficiencia de vitamina D, aunque muchos de ellos pueden no presentar síntomas evidentes. Al realizar radiografías en niños con deficiencia, se ha observado que algunos sufren de debilidad ósea. Sin embargo, estos hallazgos no son conclusivos, y existe la preocupación de que la densidad ósea que se desarrolla durante la infancia pueda aumentar el riesgo de osteoporosis en la edad adulta.

Riesgos de deficiencia de vitamina D

La carencia de vitamina D, así como de fósforo y calcio, puede resultar en raquitismo infantil, condición crítica para el desarrollo y la fortaleza ósea. Los niños afectados generalmente sufren de debilidad ósea, problemas de crecimiento e incluso malformaciones esqueléticas. Es bien sabido que la vitamina D favorece la absorción de estos minerales en el intestino, y su deficiencia merma la capacidad del cuerpo para retener calcio y fósforo. Esto puede llevar a una mayor liberación de hormonas que extraen estos elementos de los huesos, debilitándolos. Los niños de entre 6 y 36 meses son los más susceptibles al raquitismo, y este puede manifestarse a través de varias señales, tales como:

  • Dolor en los huesos de los codos, piernas, columna vertebral y pelvis.
  • Fracturas óseas.
  • Calambres musculares.
  • Retraso en la aparición de molares.
  • Defectos en la estructura dental.
  • Propiedades de erosión del esmalte dental.
  • Cavitaciones en los dientes.
  • Curvaturas en las piernas.
  • Deformaciones en la columna vertebral.
  • Alteraciones en la pelvis.
  • Deformaciones en la forma del cráneo.
  • Protrusión del esternón.

El tratamiento del raquitismo a menudo implica la exposición del niño a la luz solar, o incentivarlo a consumir alimentos ricos en vitamina D. En algunos casos, el médico puede prescribir suplementos de vitamina D y calcio, con dosificaciones ajustadas de acuerdo al tamaño del niño.

Fuentes de vitamina D para niños

Las principales fuentes de vitamina D son las siguientes:

  • Exposición solar: El organismo puede sintetizar vitamina D con una exposición adecuada a la luz solar. Sin embargo, esto puede resultar complicado, tanto para niños como para adultos, ya que muchas personas pasan la mayor parte de su tiempo en interiores, fuera del alcance del sol. Es importante mencionar que también es esencial proteger la piel, ya que una exposición excesiva puede resultar en cáncer de piel y otros daños cutáneos.
  • Fuentes alimenticias: Las opciones alimentarias ricas en vitamina D son limitadas, destacando el aceite de hígado de bacalao y los pescados grasos. Los niños, generalmente, no consumen suficientes de estos alimentos, lo que ha llevado a la producción comercial de productos alimenticios fortificados con vitamina D, como el yogur, la leche para bebés, la leche regular, los cereales y los jugos. Sin embargo, la fortificación a menudo puede no ser suficiente para alcanzar los niveles adecuados de este nutriente.
  • Suplementos dietéticos: Es común que los niños necesiten consumir suplementos multivitamínicos que contengan vitamina D o tomar suplementos de vitamina D por separado para satisfacer sus requerimientos diarios de este nutriente.

Cantidades recomendadas de vitamina D para niños

Las necesidades de vitamina D varían según la edad de los niños, como se detalla a continuación:

  • Niños menores de un año: Esta categoría requiere 400 unidades internacionales de vitamina D diariamente. Por lo general, un litro de fórmula infantil contiene 400 unidades internacionales, lo que significa que un bebé que consuma un litro al día satisface sus necesidades de este nutriente. Sin embargo, si el niño depende exclusivamente de la lactancia materna o consume menos de un litro de fórmula, puede requerir suplementos de vitamina D, siempre después de consultar a un profesional de salud.
  • Niños mayores de un año: Estos niños requieren al menos 600 unidades internacionales de vitamina D al día, y se prefiere que las dosis estén entre 600 y 1000 unidades internacionales, según lo recomendado por los cuidadores de salud.
  • Situaciones especiales: Algunos niños pueden tener condiciones de salud que requieran más vitamina D, como obesidad, enfermedad celíaca, fibrosis quística, dolores óseos o fracturas. Del mismo modo, aquellos que se han sometido a cirugías óseas podrían necesitar mayores cantidades de vitamina D para recuperarse adecuadamente. Además, ciertos medicamentos pueden agravar la necesidad de aumentar la ingesta de este nutriente, en particular, los medicamentos antiepilépticos que afectan la absorción de vitamina D por el organismo.

Síntomas generales de deficiencia de vitamina D

La deficiencia de vitamina D es una condición común, afectando aproximadamente a mil millones de personas en todo el mundo. Entre los síntomas asociados se incluyen:

  • Infecciones recurrentes o enfermedad.
  • Fatiga y cansancio.
  • Dolor en los huesos y la espalda.
  • Depresión.
  • Retraso en la curación de heridas.
  • Pérdida de densidad ósea.
  • Pérdida de cabello.
  • Dolores musculares.

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