Poetas destacados en las épocas omeya y abasí
Las épocas omeya y abasí estuvieron marcadas por la presencia de numerosos poetas ilustres, quienes son recordados inmediatamente al mencionar estos periodos. A continuación, se presenta una breve introducción a algunos de los poetas más destacados de las eras omeya y abasí:
Jarir
Jarir bin Atiyah bin Hudayfah al-Khatfi ibn Badr al-Kalbi al-Yarbu’i (28 d.H. – 110 d.H.) fue un poeta notable de la familia Banu Tamim. Considerado uno de los más grandes poetas de su época, su estilo de sátira era agudo y solo competía en ello con los poetas Al-Farazdaq y Al-Akhtal. Sus composiciones amorosas son consideradas entre las más bellas de la poesía árabe. Pasó la mayor parte de su vida en Al-Yamamah y falleció allí, siendo conocido con el sobrenombre de Abu Hazara.
Uno de sus poemas más famosos es aquel en el que dice:
إِنَّ العُيونَ الَّتي في طَرفِها حَوَرٌ
قَتَلنَنا ثُمَّ لَم يُحيِينَ قَتلانا
يَصرَعنَ ذا اللُبَّ حَتّى لا حِراكَ بِهِ
وَهُنَّ أَضعَفُ خَلقِ اللَهِ أَركانا
يا رُبُّ غابِطِنا لَو كانَ يَطلُبُكُم
لاقى مُباعَدَةً مِنكُم وَحِرمانا
أَرَينَهُ المَوتَ حَتّى لا حَياةَ بِهِ
قَد كُنَّ دِنَّكَ قَبلَ اليَومِ أَديانا
Al-Farazdaq
Al-Farazdaq, cuyo nombre completo era Hammam bin Ghalib bin Sa’sa’a al-Tamimi, era conocido como Abu Faras (fallecido en 110 d.H.). Era un poeta noble y guerrero, rivalizando con Jarir y Al-Akhtal en el ámbito de la poesía islámica, siendo reconocido como uno de los más destacados de su tiempo. Se hizo famoso por sus sátiras mordaces dirigidas a Jarir y Al-Akhtal. Al ser de la nobleza, solía ofrecer protección a quienes se encontraban en peligro, así como a la tumba de su padre.
Se dice que no recitaba poesía ante los califas y príncipes más que de pie. Cuando el califa Sulayman bin Abd al-Malik le pidió que se levantara, una facción de su tribu se alzó en su defensa, permitiendo que permaneciera sentado. Nacido y fallecido en Basora, vivió casi un siglo. Una de sus composiciones más reconocidas es su poema en el que describe a un lobo, que dice:
وَأَطلَسَ عَسّالٍ وَما كانَ صاحِباً
دَعَوتُ بِناري موهِناً فَأَتاني
فَلَمّا دَنا قُلتُ اِدنُ دونَكَ إِنَّني
وَإِيّاكَ في زادي لَمُشتَرِكانِ
فَبِتُّ أُسَوّي الزادَ بَيني وَبَينَهُ
عَلى ضَوءِ نارٍ مَرَّةً وَدُخانِ
فَقُلتُ لَهُ لَمّا تَكَشَّرَ ضاحِكاً
وَقائِمُ سَيفي مِن يَدي بِمَكانِ
تَعَشَّ فَإِن واثَقتَني لا تَخونَني
نَكُن مِثلَ مَن يا ذِئبُ يَصطَحِبانِ
Omar ibn Abí Rabi’a
Omar bin Abdullah bin Abí Rabi’a al-Makhzumi al-Qurashi, conocido como Abu al-Khattab (23 d.H. – 93 d.H.), es uno de los poetas más destacados de la primera clase durante el periodo omeya. Igual que Jarir y Al-Farazdaq, se destacó como el poeta principal de la tribu Quraysh, y no había nadie en su tribu que superara su destreza poética. Nació en la noche en que fue martirizado Omar ibn al-Khattab, por lo que fue nombrado en su honor.
Uno de sus poemas más reconocidos es el siguiente:
بَينَما يَذكُرنَني أَبصَرنَني
دونَ قَيدِ المَيلِ يَعدو بي الأَغَر
قالَتِ الكُبرى أَتَعرِفنَ الفَتى
قالَتِ الوُسطى نَعَم هَذا عُمَر
قالَتِ الصُغرى وَقَد تَيَّمتُها
قَد عَرَفناهُ وَهَل يَخفى القَمَر
ذا حَبيبٌ لَم يَعَرِّج دونَنا
ساقَهُ الحَينُ إِلَينا وَالقَدَر
فَأَتانا حينَ أَلقى بَركَهُ
جَمَلُ اللَيلِ عَلَيهِ وَاِسبَطَر
وَرُضابُ المِسكِ مِن أَثوابِهِ
مَرمَرَ الماءَ عَلَيهِ فَنَضَر
Al-Mutanabbi
Al-Mutanabbi, cuyo nombre era Ahmad bin al-Husain al-Ja’fi al-Kufi al-Kindi (303 d.H. – 354 d.H.), es considerado uno de los grandes poetas en la historia de la literatura árabe. Algunos investigadores incluso han llegado a calificarlo como el más excelente de todos los poetas islámicos. Nació en Kufa, Iraq, en un barrio llamado Kinda, de donde obtuvo su sobrenombre.
Se dice que el apodo «Al-Mutanabbi» proviene de su pretensión de ser un profeta en la península de Al-Samawa, lo que le otorgó un amplio número de seguidores; sin embargo, un príncipe en Joms encarceló a Al-Mutanabbi hasta que renunció a su proclamación. Sus obras se han vuelto proverbiales y continúan siendo citadas por muchas personas. Uno de sus versos más célebres dice:
يا أعدَلَ النّـاسِ إلاّ فِـي مُعامَلَتـي
فيكَ الخِصامُ وَأنتَ الخصْمُ وَالحكَـمُ
أُعِيذُهـا نَظَـراتٍ مِنْـكَ صادِقَـةً
أن تحسَبَ الشّحمَ فيمن شحمـهُ وَرَمُ
وَمَا انْتِفَـاعُ أخـي الدّنْيَـا بِنَاظِـرِهِ
إذا اسْتَوَتْ عِنْـدَهُ الأنْـوارُ وَالظُّلَـمُ
سَيعْلَمُ الجَمعُ مـمّنْ ضَـمّ مَجلِسُنـا
بأنّني خَيـرُ مَنْ تَسْعَـى بـهِ قَـدَمُ
أنَا الذي نَظَـرَ الأعْمَـى إلى أدَبـي
وَأسْمَعَتْ كَلِماتـي مَنْ بـهِ صَمَـمُ
أنَامُ مِلْءَ جُفُونـي عَـنْ شَوَارِدِهَـا
وَيَسْهَـرُ الخَلْـقُ جَرّاهَـا وَيخْتَصِمُ
Abu al-Alá al-Ma’arri
Abu al-Alá al-Ma’arri, conocido como Ahmad bin Abdullah bin Sulayman al-Tanukhi al-Ma’arri (363 d.H. – 449 d.H.), fue un poeta y filósofo oriundo de Ma’arrat al-Nu’man. Rara vez abandonó su ciudad natal. A la edad de cuatro años contrajo viruela, lo que le provocó ceguera. Durante 45 años se abstuvo de comer carne y prohibió la ingesta de cualquier tipo de animal. Entre sus poemas más conocidos se encuentra:
غَيْرُ مُجْدٍ في مِلّتي واعْتِقادي
نَوْحُ باكٍ ولا تَرَنّمُ شادِ
وشَبِيهٌ صَوْتُ النّعيّ إذا قِيـ
ـسَ بِصَوْتِ البَشيرِ في كلّ نادِ
أَبَكَتْ تِلْكُمُ الحَمَامَةُ أمْ غَنْـ
ـنَت عَلى فَرْعِ غُصْنِها المَيّادِ
صَاحِ هَذِي قُبُورُنا تَمْلأ الرُّحْـ
ـبَ فأينَ القُبُورُ مِنْ عَهدِ عادِ
خَفّفِ الوَطْء ما أظُنّ أدِيمَ الـ
ـأرْضِ إلاّ مِنْ هَذِهِ الأجْسادِ.