Causas de la debilidad del sistema inmunológico en adultos

Razones de la Disminución de la Inmunidad en Adultos

El envejecimiento provoca que el sistema inmunológico se vuelva menos efectivo, un fenómeno conocido como inmunodeficiencia. Este debilitamiento ocurre por diversas razones que se detallan a continuación:

  • El avance de la edad está ligado a una disminución en la producción de células T, las cuales son cruciales para identificar y combatir células extrañas o anormales.
  • El estrés y la tensión afectan a personas de todas las edades, pero tienen un impacto más significativo en los ancianos. Este estado emocional incrementa la susceptibilidad a infecciones como resfriados y otros tipos de inflamaciones, dado que las hormonas del estrés, como el cortisol y la adrenalina, alteran la cantidad de células inmunitarias y afectan la respuesta inmune ante infecciones.
  • La memoria inmunológica tiende a perder eficacia con la edad. Esta memoria es responsable de una respuesta rápida a virus previamente enfrentados, y con el tiempo, se vuelve difícil añadir nuevas experiencias, lo que coloca a los ancianos en una posición más vulnerable frente a virus emergentes en comparación con los adultos más jóvenes. Esta misma razón explica la menor eficacia de las vacunas en personas mayores.
  • Los adultos mayores son propensos a enfermedades crónicas, como la diabetes y el cáncer, y pueden estar bajo tratamiento con medicamentos que debilitan su sistema inmunológico.
  • La reducción de ácido estomacal con la edad también contribuye a un mayor riesgo de enfermedades debido a que este ácido es fundamental para eliminar gérmenes.

Factores que Aumentan el Riesgo de Disminución de la Inmunidad en Adultos

Existen varios factores de riesgo que pueden incrementar la probabilidad de inmunodeficiencia en adultos, destacando los siguientes:

  • Un historial familiar de trastornos de inmunodeficiencia primaria aumenta la probabilidad de padecer tales condiciones.
  • Los factores que contribuyen a la debilitación del sistema inmunológico y que elevan el riesgo de inmunodeficiencia secundaria incluyen:
    • La extirpación del bazo, que puede ocurrir por diversas razones, como lesiones o enfermedades como la cirrosis hepática o la anemia de células falciformes.
    • La exposición a fluidos corporales de una persona portadora del VIH.
    • Una ingesta insuficiente de proteínas en la dieta, lo que puede comprometer el funcionamiento del sistema inmunológico, dado que las proteínas son esenciales para su funcionamiento.
    • La falta de sueño, que reduce la producción de proteínas necesarias que ayudan al cuerpo a combatir infecciones.

Prevención de la Inmunodeficiencia en Adultos

A continuación, se presentan algunas recomendaciones para prevenir la disminución de la inmunidad en adultos:

  • Dormir adecuadamente; se recomienda que los adultos duerman alrededor de ocho horas cada noche, un factor crucial para la salud del sistema inmunológico.
  • Evitar el contacto cercano con personas enfermas.
  • Dejar de fumar y evitar la exposición al humo del tabaco, ya que este tiene un impacto negativo en la función inmunitaria del sistema respiratorio, aumentando el riesgo de infecciones.
  • Reducir el estrés y la ansiedad, dado que estos factores disminuyen la efectividad del sistema inmunológico, como se indicó anteriormente.
  • Protegerse contra infecciones evitando la exposición excesiva a patógenos y asegurándose de recibir las vacunas recomendadas, especialmente cuando se está en contacto con pacientes enfermos.
  • Practicar una buena higiene y hábitos saludables, como lavarse las manos con frecuencia, especialmente antes de las comidas.
  • Evitar factores de riesgo relacionados con patógenos, tales como prevenir la transmisión del VIH evitando relaciones sexuales desprotegidas con compañeros infectados y no compartir fluidos corporales.
  • Realizar actividad física regularmente, con un mínimo de 150 minutos de ejercicios como caminar o andar en bicicleta cada semana, además de ejercicios de fortalecimiento muscular al menos dos veces por semana para contribuir al fortalecimiento del sistema inmunológico.
  • Mantener la salud intestinal y del sistema digestivo, lo cual podría tener un impacto positivo en el sistema inmunitario, ya que entre el 70-80% de la capacidad inmune se encuentra en el tracto digestivo. El equilibrio de la flora intestinal cambia con la edad, y consumir fibra (frutas y verduras) apoya niveles saludables de bacterias, los cuales están relacionados con una mejor respuesta inmunitaria.
  • Seguir una dieta rica en proteínas y baja en grasas, que proporcione los nutrientes necesarios para la producción de proteínas, enzimas y células inmunitarias requeridas para una adecuada salud inmunológica.
  • Mantener un peso saludable.

Causas Generales de la Inmunodeficiencia

La inmunodeficiencia representa una condición en la que el sistema inmunológico se encuentra comprometido, lo que facilita la aparición de infecciones y la dificultad para combatirlas. Hay causas primarias y secundarias de inmunodeficiencia, independientemente de la edad, que se especifican a continuación:

Inmunodeficiencia Primaria

La inmunodeficiencia primaria es una condición congénita que hace que las personas sean más vulnerables a gérmenes causantes de infecciones, ya que nacen sin ciertas defensas inmunológicas o con un sistema inmunológico que no funciona correctamente. La gravedad de la inmunodeficiencia primaria puede variar desde formas muy leves que pasan desapercibidas durante años, hasta casos severos que se detectan poco después del nacimiento.

Algunos ejemplos destacables de trastornos de inmunodeficiencia primaria son:

  • Agammaglobulinemia ligada al cromosoma X (XLA).
  • Inmunodeficiencia variable común (CVID).
  • Inmunodeficiencia combinada severa (SCID), también conocida como enfermedad del «niño burbuja» o alicitoza.

Inmunodeficiencia Secundaria

La inmunodeficiencia secundaria es el resultado de la exposición del sistema inmunológico a diversos factores ambientales. Esto puede suceder debido a varias razones, tales como:

  • Enfermedades crónicas o graves, como:
    • Diabetes, especialmente si no está controlada, ya que niveles altos de glucosa pueden interferir en el funcionamiento de los glóbulos blancos.
    • Ciertos tipos de cáncer que afectan la médula ósea, limitando la producción de glóbulos blancos, como en el caso de la leucemia y linfomas.
    • Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), que es causado por el VIH y representa la forma más grave de inmunodeficiencia adquirida.
  • Abuso de drogas.
  • Tratamientos de radioterapia, aunque esto es poco común.
  • Desnutrición asociada a uno o más nutrientes. Si la desnutrición provoca una pérdida de peso por debajo del 80% del peso recomendado, el sistema inmunológico se debilitará; si el peso baja a menos del 70%, se generará una inmunodeficiencia severa.
  • Medicamentos inmunosupresores, los cuales inhiben la respuesta inmunológica de manera intencionada. Este grupo incluye:
    • Corticosteroides sistémicos, aunque las dosis bajas o tratamientos cortos no suelen comprometer gravemente la inmunidad.
    • Metotrexato en dosis altas. En dosis bajas, se utiliza principalmente como antiinflamatorio en el tratamiento de enfermedades cutáneas y actúa como un débil inmunosupresor.
    • Ciclosporina.
    • Ciclofosfamida.
    • Azatioprina.
    • Micofenolato.
    • Agentes biológicos.
    • Radioterapia y quimioterapia.

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