Dolor de espalda baja y sus síntomas

Resumen

El dolor lumbar, conocido en inglés como «Low back pain», se define como una sensación de malestar en la parte inferior de la espalda. Este dolor puede estar acompañado de rigidez en la zona lumbar, disminución de la movilidad y dificultad para mantener una postura erguida. Es importante señalar que la mayoría de las personas experimentará dolor de espalda al menos una vez en su vida. Aunque el dolor puede afectar diferentes áreas de la espalda, la región inferior es la más vulnerable, ya que soporta la mayor parte del peso corporal. Cualquier persona puede padecer dolor lumbar en cualquier momento, independientemente de si ha tenido lesiones previas o factores de riesgo. En muchos casos, el dolor no es grave y mejora por sí solo. Según la revista médica The Lancet en 2018, el dolor lumbar es un síntoma común que afecta a personas de todas las edades, desde niños hasta ancianos, y de diferentes niveles socioeconómicos. Actualmente, es la principal causa de discapacidad y ausentismo laboral en todo el mundo.

La parte inferior de la espalda está compuesta por cinco vértebras lumbares localizadas entre las costillas y la pelvis. Entre estas vértebras se encuentran discos planos y redondos, que poseen una capa exterior fuerte que rodea un material gelatinoso. Estos discos actúan como amortiguadores para los impactos que recibe la columna vertebral. Además, hay ligamentos gruesos que estabilizan estos discos en su lugar. Aunque el número de vértebras en la parte baja de la espalda es menor que en las áreas cervical y torácica, estas están encargadas de sostener todo el peso del cuerpo superior, lo que las hace propensas a lesiones y daños por uso excesivo. Asimismo, la columna vertebral contiene 31 pares de nervios y raíces nerviosas; la región lumbar es el origen de cinco pares de nervios lumbares y cinco pares de nervios sacros.

Tipos de dolor lumbar

El dolor lumbar se puede clasificar en tres tipos: agudo, subagudo y crónico. La diferencia entre estos se basa en la duración del episodio de dolor. A continuación se detallan cada uno:

  • Dolor agudo: Este tipo de dolor suele durar de unos pocos días hasta cuatro semanas. La mayoría de los casos de dolor lumbar pertenecen a esta categoría y, en general, los síntomas desaparecen rápidamente con el autocuidado en el hogar, sin causar pérdida de funcionalidad. Sin embargo, algunos casos pueden prolongarse durante meses.
  • Dolor subagudo: El dolor subagudo se presenta durante un período de 4 a 12 semanas y generalmente tiene un componente mecánico, manifestándose como un tirón muscular o dolor articular más prolongado de lo habitual. Algunas personas pueden necesitar asistencia médica, especialmente si el dolor limita significativamente sus actividades cotidianas, sueño o trabajo.
  • Dolor crónico: Según datos de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), los individuos que sufren de dolor lumbar agudo pueden desarrollar dolor lumbar crónico, que persiste por 12 semanas o más, a pesar de recibir tratamiento para la causa inicial. Sin embargo, un dolor prolongado no siempre indica un problema médico grave. En algunos casos, el tratamiento médico puede aliviar el dolor lumbar crónico, aunque existen situaciones donde el dolor persiste a pesar del tratamiento médico o quirúrgico adecuado.

Signos y síntomas del dolor lumbar

El dolor lumbar en sí mismo es una manifestación de un problema médico o lesión subyacente. La naturaleza y patrón del dolor varían según la causa que lo origina, pudiendo ser leve o severo, intermitente o crónico. Puede presentarse como un dolor sordo, punzante, o ardiente, con inicio repentino o gradual, y a menudo empeora después de permanecer de pie o sentado prolongadamente. Las personas pueden experimentar espasmos musculares o rigidez en la parte baja de la espalda, caderas y muslos, así como dificultades para mantener una postura erguida, caminar o cambiar de posición entre estar de pie y sentarse. Además, el dolor lumbar puede asociarse con una variedad de otros síntomas, dependiendo de la causa subyacente.

La propagación del dolor desde la parte baja de la espalda a otras áreas del cuerpo puede indicar que el problema o lesión ha afectado un nervio. Por ejemplo, el dolor radicular ciático puede irradiarse hacia la parte posterior de los muslos y, en algunos casos, llegar hasta las piernas y pies, acompañado de entumecimiento y hormigueo. Un dolor intenso por la mañana que disminuye con el movimiento sugiere una lesión muscular, mientras que el dolor que empeora durante la noche o no mejora con el ejercicio puede señalar un dolor referido. Entre los síntomas más destacados de un posible hernia de disco se incluyen: aumento del dolor lumbar al toser, estornudar o esforzarse, y dificultad para levantar una pierna recta.

Es importante señalar que identificar la causa del dolor lumbar no siempre es sencillo. A menudo, el dolor mejora sin tratamiento, pero se aconseja que las personas consulten a un médico para investigar las causas subyacentes y determinar el tratamiento adecuado si el dolor es intenso o no mejora, o si hay otros síntomas relacionados, como entumecimiento o hormigueo en las piernas. Se debe buscar atención médica inmediata si hay dificultades para caminar o mover las piernas, pérdida de función normal de los intestinos o vejiga, pérdida de sensibilidad en las piernas, o un dolor extremo.

Causas del dolor lumbar

Los problemas de la columna vertebral pueden ser congénitos, también conocidos como defectos de nacimiento, o pueden desarrollarse a lo largo de la vida, siendo denominados trastornos adquiridos. Las causas del dolor lumbar se pueden clasificar en varias categorías, que pueden incluir uno o más diagnósticos:

  • Causas mecánicas: Estas generalmente resultan de movimientos anormales de la columna, involucrando varias estructuras vertebrales como; las articulaciones facetarias, discos intervertebrales, vértebras, ligamentos, músculos y tejidos blandos. Ejemplos incluyen la hiperlordosis, enfermedad degenerativa del disco, esguinces ligamentarios, distensiones musculares, compresión nerviosa (como en el caso de la ciática), espondilolistesis y estenosis espinal.
  • Causas orgánicas: Incluyen condiciones que afectan al individuo, tales como; aneurisma de aorta abdominal, tumores vertebrales (benignos o malignos), síndrome de cola de caballo, infección discal bacteriana, fibromialgia, cálculos renales, osteomielitis bacteriana, osteoporosis y artritis reumatoide.
  • Causas desconocidas.

Diagnóstico del dolor lumbar

Determinar la causa del dolor lumbar puede ser complicado. Generalmente, el médico requiere conocer los síntomas del paciente, incluida la naturaleza, intensidad y factores que afectan el dolor, así como realizar un examen físico que incluya pruebas de reflejos y fuerza, junto con una historia médica completa. Si la causa no es clara, el médico puede solicitar exámenes adicionales como pruebas neurales y estudios de imagen. La elección de las pruebas depende de las causas potenciales del dolor lumbar del paciente, y a continuación se presentan diversas pruebas diagnósticas:

  • Pruebas de sangre: Se utilizan para verificar la presencia de signos de inflamación, infección, cáncer o artritis en raras ocasiones para diagnosticar el dolor lumbar.
  • Escaneo óseo: Se emplea para detectar infecciones, fracturas o trastornos óseos inyectando una pequeña cantidad de material radiactivo en el torrente sanguíneo, el cual se acumula en áreas específicas de los huesos.
  • Discografía: Se realiza inyectando un medio de contraste dentro del disco vertebral que se sospecha de estar causando el dolor. Si ese es el caso, el paciente puede experimentar síntomas debido a la presión del líquido, y el medio de contraste ayuda a identificar áreas dañadas en las imágenes de tomografía computarizada.
  • Diagnóstico eléctrico: Se utiliza para identificar problemas con los nervios en la espalda y las piernas.
  • Pruebas de imagen: En la mayoría de los casos, no son necesarias, pero se utilizan para descartar ciertas causas como tumores y estenosis espinal. Las pruebas de imagen más comunes incluyen:
    • Radiografías: Para diagnosticar fracturas óseas e lesiones vertebrales.
    • TAC (Tomografía Axial Computarizada): Para examinar la estructura de los tejidos blandos que no se ven con radiografías, como desgastes, hernias y estenosis espinal.
    • IRM (Imágenes por Resonancia Magnética): Para obtener imágenes detalladas de la estructura ósea y los tejidos blandos, como músculos, ligamentos y vasos sanguíneos, en caso de que se sospeche de infección, tumor u otro problema en la columna.

Consejos para manejar el dolor lumbar en casa

A continuación, se presentan consejos valiosos para lidiar con el dolor lumbar en el hogar:

  • Registrar los síntomas: Se aconseja al paciente que anote los síntomas y detalles relacionados, como la hora y fecha del dolor, actividades que lo desencadenan, y aquellas que mejoran o empeoran el estado. Esta información puede ser útil en la consulta con un médico si es necesario.
  • Mantenerse físicamente activo: Aunque al principio pueda resultar difícil, se recomienda volver a las actividades cotidianas y mover el cuerpo lo antes posible, evitando actividades que provoquen un dolor intenso. Se sugiere aceptar una leve incomodidad durante las actividades diarias, ya que el retorno al trabajo y a la actividad normal puede acelerar la recuperación y disminuir las probabilidades de desarrollar dolor crónico.
  • Dormir en una posición cómoda: Se debe optar por una postura natural y relajante al dormir, sin seguir rígidamente las pautas tradicionales sobre el uso de colchones firmes. Algunas personas encuentran alivio al acostarse de lado con una almohada entre las rodillas, mientras que otros prefieren dormir de espaldas con una almohada debajo de las rodillas.
  • Realizar ejercicios terapéuticos: Es recomendable seguir las indicaciones de un fisioterapeuta y realizar los ejercicios y movimientos en casa para aliviar el dolor lo más rápido posible y fortalecer los músculos lumbar.
  • Aplicar calor y frío: Se puede utilizar terapia térmica y de frío en el hogar para mitigar el dolor muscular leve o intenso. El calor puede provenir de un baño caliente, compresas tibias o mantas térmicas, mientras que el frío puede ayudar a reducir la inflamación. Es esencial proteger la piel y alternar entre calor y frío para maximizar el beneficio.
  • Uso de analgésicos: Se sugiere la utilización de medicamentos de venta libre para el dolor, como aspirina, ibuprofeno y naproxeno, que son antiinflamatorios. El acetaminofén puede ser otra opción, aunque es recomendable consultar al médico sobre el analgésico más adecuado.

Tratamiento del dolor lumbar

La mayoría de los casos de dolor lumbar tienden a mejorar con atención básica, mantenimiento de actividades ligeras como caminatas y el uso de analgésicos de venta libre según se necesite.

Tratamientos no quirúrgicos

El enfoque de tratamiento no quirúrgico generalmente incluye medicamentos recetados por el médico junto con fisioterapia y otras modalidades de tratamiento. Este tipo de tratamiento puede ayudar a reducir el dolor sin abordar necesariamente la causa subyacente. Los tratamientos médicos comunes incluyen:

  • Relajantes musculares: Estos medicamentos actúan bloqueando la actividad del sistema nervioso central, y aumentan el movimiento de los músculos tensos, aliviando las molestias originadas por distensiones o espasmos. Es importante mencionar que los relajantes musculares no están destinados para el tratamiento del dolor crónico.
  • Medicamentos opioides: Estos modifican la percepción del dolor al disminuir las señales nerviosas que se envían al cerebro, y generalmente se utilizan para el tratamiento del dolor intenso a corto plazo. Sin embargo, no se recomiendan para el tratamiento de dolores prolongados, debido a sus posibles efectos secundarios y riesgos de adicción.
  • Soporte lumbar: El uso de fajas o soportes lumbares puede ayudar a reducir el dolor y mejorar el confort. Algunos estudios sugieren que el uso diario de un soporte lumbar junto a ejercicios de fisioterapia puede acelerar la recuperación del dolor lumbar.
  • Inyecciones de esteroides epidurales: Se utilizan para ofrecer alivio temporal del dolor lumbar al disminuir la inflamación alrededor de las raíces nerviosas comprimidas, mediante la inyección directa en la parte externa del saco dural que rodea la médula espinal.
  • Fisioterapia: Se aplican diversas técnicas terapéuticas, como calor superficial, ultrasonido y masajes para aliviar síntomas de dolor lumbar según indicaciones médicas.

Tratamientos quirúrgicos

Es necesario que el estado de salud del paciente sea adecuado para someterse a una intervención quirúrgica. Los médicos pueden recurrir a la cirugía en ciertas situaciones específicas, tales como:

  • Cuando los tratamientos no quirúrgicos no logran aliviar el dolor.
  • Por la gravedad de los síntomas neurológicos presentados.
  • Si los síntomas empeoran progresivamente.
  • Presentación de criterios que indiquen la necesidad de cirugía, tales como:
    • Dificultad para realizar actividades cotidianas debido a un dolor lumbar y en las piernas que afecta negativamente la calidad de vida.
    • Empeoramiento gradual de las deficiencias neurológicas, como debilidad o pérdida de sensibilidad en las piernas.
    • Dificultad en el funcionamiento normal de los intestinos o vejiga.
    • Problemas para mantenerse en pie o caminar.
    • Inutilidad del tratamiento médico y fisioterapia para aligerar el dolor.

Los cirujanos tienen varias opciones disponibles para aliviar la presión en las raíces nerviosas. Cuando el dolor surge de múltiples raíces nerviosas o hay inestabilidad en la columna vertebral, se puede optar por procedimientos que se adapten al estado del paciente; estos van desde técnicas mínimamente invasivas hasta métodos de apertura que permiten descomprimir y fusionar vértebras, utilizando dispositivos metálicos como placas, tornillos y varillas. Aunque muchos pacientes notan mejoría tras la cirugía, es fundamental considerar los riesgos y beneficios de la operación antes de proceder.

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