Motivos de la Migración del Profeta
El Profeta Muhammad -paz y bendiciones sean con él- estuvo en La Meca desde que fue designado como profeta, llamando a su pueblo a la unificación de Dios y a abandonar la adoración de ídolos. Su misión se extendió durante trece años, tiempo en el que solo un reducido número de personas aceptó su mensaje. A lo largo de este período, el Profeta enfrentó severas pruebas y persecuciones por parte de los paganos, quienes torturaron a sus seguidores. Finalmente, los musulmanes recibieron la autorización del Profeta para migrar a Medina, un evento que tuvo lugar el duodécimo día del mes de Rabi al-Awwal. A continuación, se detallan las razones de esta migración:
Rechazo de los habitantes de La Meca hacia el Islam
El Mensajero de Dios -paz y bendiciones sean con él- instó a los habitantes de La Meca a aceptar la tawhid (la unificación de Dios) y a declarar «no hay más dios que Allah». Sin embargo, enfrentó un rechazo arrogante y un desprecio a pesar de que eran conscientes de la verdad de su mensaje. Algunos líderes mecánicos incluso ofrecieron riquezas y el reconocimiento de su posición como líder a cambio de que abandonara su fe y su predicación.
El rechazo fue tal que se aventuraron a advertir al Profeta que el fin de esta situación solo podría derivar en la destrucción de ellos o su propia perdición. Uno de los más destacados opositores fue su tío Abu Lahab, quien corría entre la gente diciendo: «No escuchéis a Muhammad, es un mentiroso y un apóstata». Así fue como los mecánicos respondieron al Islam con desdén y persecución hacia los musulmanes.
Acoso y agresiones hacia el Profeta
Los habitantes de La Meca intensificaron su hostigamiento hacia el Profeta -paz y bendiciones sean con él- mediante diversas formas de abuso psicológico, moral y físico. Entre las agresiones físicas se encuentran el lanzamiento de piedras a su venerada cabeza durante la oración y la colocación de excrementos de animales en su espalda. La esposa de Abu Lahab incluso ponía espinas en el camino del Profeta y ante su hogar.
Las tentativas de asesinato fueron numerosas; los paganos intentaron fervientemente acabar con la vida del Profeta Muhammad -paz y bendiciones sean con él-. Un ejemplo fue el intento de ahogarlo con su propia capa mientras él oraba, hasta que fue socorrido por Abu Bakr -que Dios esté complacido con él-.
En otra ocasión, recibió una golpiza tal que perdió el conocimiento, y Abu Bakr, en su defensa, exclamó: «¡Ay de vosotros, ¿acaso vais a matar a un hombre que solo dice que mi Señor es Allah!». Los agresores abandonaron al Profeta y concentran sus ataques en Abu Bakr. Asimismo, se recuerda la reunión de los poderosos de Quraysh en la Casa de la Asamblea la noche de la migración para elegir un representante de cada tribu con el objetivo de asesinar al Mensajero. No obstante, Allah -exaltado sea- salvó a su profeta, quien luego partió hacia Medina.
Los musulmanes sufrieron diversas formas de tortura
Los musulmanes en La Meca enfrentaron diferentes formas de tortura por parte de los paganos. Algunos de ellos contaban con la protección y el honor de su tribu, mientras que otros carecían de ello, todos ellos sufrieron maltratos y persecuciones. Por ejemplo, Abu Bakr -que Dios esté complacido con él- fue golpeado en el templo sagrado hasta que su sangre fluyó y su rostro se tornó irreconocible; lo llevaron a su hogar luchando por su vida.
Otro caso es el de Uthman ibn Affan -que Dios esté complacido con él-, quien fue torturado por su tío, quien envolvía su cuerpo con esteras de palmera y encendía fuego bajo ellas. Musab ibn Umair fue despojado de su sustento por su madre, quien lo expulsó de casa hasta que renunciara a su fe. Aquellos que no contaban con protector eran obligados a vestir armaduras de hierro y eran expuestos al sol abrasador. También se menciona a Ammar ibn Yasir, su esposa y su hijo, quienes padecieron severas torturas. Sin embargo, ninguno de ellos abandonó su fe, refrenados en su creencia hasta que Allah -exaltado sea- les otorgó una gran liberación y victoria sobre sus enemigos.
Apoyo a la misión del Profeta
El Profeta -paz y bendiciones sean con él- aprovechaba las temporadas de peregrinación para encontrarse con las tribus y propagar el Islam. En una de esas ocasiones, se encontró con un grupo de la tribu Khazraj, a los cuales les pidió permiso para sentarse y platicarles. Concediéndole la venia, el Profeta compartió con ellos su mensaje, leyó algunos versículos del Corán, y logró que muchos de ellos se convirtieran en creyentes. Posteriormente, ellos regresaron a su tierra y enviaron a dos representantes, Muaz ibn Afra y Rafi ibn Malik, para solicitar que el Profeta enviara a alguien que les enseñara más sobre la fe. Entonces, el Profeta envió a Musab ibn Umair con el encargo de instruirles en el Islam, asegurando que no quedara un hogar entre los ansar en Medina donde no se mencionara al Mensajero. Esto condujo a dos juramentos de Aqabah, el primero y el segundo.
El Islam se extendió sorprendentemente en Medina, más allá de lo que se esperaba. Los habitantes de la ciudad prometieron al Mensajero que lo apoyarían, lo protegerían como lo hacen consigo mismos, convirtiéndose así en hermanos de los musulmanes en La Meca, dispuestos a asistirles y defenderles. Medina llegaron a ser un refugio seguro y el centro desde donde los musulmanes comenzaron a propagar el Islam, marcando la migración del Profeta hacia esta ciudad.
Difusión del mensaje islámico
Una vez que los musulmanes llegaron a Medina, pusieron todo su empeño en servir y difundir la causa islámica. No perdieron tiempo; cada momento fue empleado en fortalecer este mensaje y elevar su estatus. Durante este tiempo, participaron en numerosas batallas y expediciones en diferentes direcciones alrededor de Medina. Los musulmanes pudieron realizar sus rituales y adorar a Allah sin temores de los paganos, incluso promovieron su derecho a llamar a la fe y a luchar por su causa.
Establecimiento del Estado Islámico y el inicio de una nueva era
El Islam no fue un mensaje limitado a los árabes, sino que fue enviado a toda la humanidad. Allah le dice a Su profeta: “¡Oh Mensajero! Transmite lo que se te ha revelado de tu Señor. Y si no lo haces, no habrás cumplido su mensaje”. Por lo tanto, era necesario que el Profeta -paz y bendiciones sean con él- encontrara un lugar mejor que La Meca, donde la idolatría reinaba, un lugar que garantizara sus derechos de seguir la fe que consideraba justa. Medina representaba un entorno verdaderamente propicio que aseguraba el derecho a la difusión del Islam y protección a sus seguidores, lo que llevó al Profeta a apresurarse en migrar a Medina, la primera capital del Islam.
Lecciones Aprendidas de los Motivos de la Migración
Los musulmanes pueden extraer numerosas lecciones de la historia de la migración del Profeta -paz y bendiciones sean con él- y sus compañeros a Medina. A continuación, se presentan algunas de estas enseñanzas:
- La importancia de tomar las causas adecuadas y confiar en Allah -exaltado sea-; el Profeta y sus compañeros hicieron todo lo posible para garantizar el éxito de esta migración.
- Mantener buenas compañía es crucial; el Mensajero fue siempre muy cuidadoso con sus compañeros a lo largo de su misión, pues el ser humano necesita siempre de un entorno positivo.
- Confiar en Allah y Su capacidad de otorgar victoria a los musulmanes; nunca perdió la esperanza de que el Islam se difundiera y que su bandera ondeara en alto, lo que trajo grandes y esperanzadoras consecuencias de esta migración.
- El esfuerzo y las tribulaciones son parte de la vida; el Profeta -paz y bendiciones sean con él- fue un excelente modelo para los musulmanes, fue un gran líder que compartió con su pueblo el sufrimiento y el dolor.
Conclusión
Las razones que llevaron al Profeta -paz y bendiciones sean con él- y a sus nobles compañeros a migrar son múltiples; entre ellas se encuentran las severas torturas y persecuciones que padecieron a manos de los paganos en La Meca, así como la limitada capacidad de difundir el Islam que se encontraba restringido a esta ciudad y a un número reducido de personas. Dado que Medina ofrecía un entorno adecuado para la diseminación del mensaje islámico y el inicio de una nueva era, los musulmanes, liderados por el Profeta -paz y bendiciones sean con él-, se embarcaron en su migración hacia esta ciudad.